Protegiendo los ríos que nos conectan
La conservación del hábitat de ribera es un factor clave para la conservación del hábitat terrestre y marino, pues ambos ecosistemas están íntimamente conectados.
El estado de conservación de los ríos del Caribe Sur es una realidad preocupante. La biodiversidad de los ecosistemas de agua dulce enfrenta distintos niveles de amenazas, desde aguas contaminadas por aguas residuales que llegan directas a los ríos y como consecuencia a los océanos, al exceso de nitratos y fosfatos por parte de la agricultura, a la deforestación de estas zonas.
Sedimentación en el río Sierpe, Costa Rica. Imagen de El País.
Estos factores están causando un retroceso en la biodiversidad de las zonas de ribera, hábitat de perezosos, cariblancos, congos, aves y muchas otras especies necesarias para el equilibrio y la salud del ecosistema. Por ello, debemos proteger y conservar estas zonas.
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Cuidando los ríos
El cuidado y mantenimiento de los ríos no solo ayuda a los perezosos y otra fauna de la zona como podríamos pensar, pues también ayuda directamente a la conservación de especies marinas y a la conservación de los corales.
Por ejemplo, al reforestar zonas de ribera y costera no sólo disminuimos gradualmente la sedimentación que baja por los ríos cubriendo el arrecife coralino e impidiendo que el alga (zooxantela) con la que hacen simbiosis realicen la fotosíntesis, también ayudamos a mantener un ecosistema sano y conectado para las dos especies de perezosos en la zona, de la misma forma que disminuimos la acidificación en el océano. Pues todo el CO2 que absorben los árboles, es CO2 que el océano no deberá absorber. Además de que estos árboles podrán absorber parte del exceso de nutrientes que bajan por el río, causante de un crecimiento excesivo de algas en los arrecifes.
Protegiendo los ecosistemas
Limpiar estas zonas y no ensuciarlas evitará que gran cantidad de materiales y plásticos dañen la biodiversidad marina, como los delfines, tortugas, peces… que a menudo quedan atrapados entre estos materiales o incluso algunos animales como las tortugas pueden llegar a ingerir plásticos pensando que son alimento.
Como conclusión, podemos observar que el mundo terrestre y marino están conectados y que el hábitat ribereño juega un papel fundamental en la salud de ambos ecosistemas, por lo que, con las acciones correctas para la protección y conservación de estas zonas impactaremos de forma muy positiva en la biodiversidad del lugar.